miércoles, 29 de diciembre de 2010

Revancha

Mediodía. Camino por plaza de armas. Sol, pavimento, y una multitud de palomas. Río al recordar que cuando niña, jugaba a asustarlas y hacerlas huir. Una de ellas me mira como si supiera el motivo de mi sonrisa. Me clava sus vidriosos ojitos amarillos y se acerca lentamente. Imitándola, otras cien palomas giran hacia mí y caminan junto a ella, acompasadas. Me veo rodeada, marchan desde todas direcciones. El ritmo de su caminar se acelera, corren. Es nuestro antiguo juego, su voluntad contra la mía. Cada vez más próximas. No soporto más. Esta vez, quien sale volando, soy yo.